jueves, 29 de marzo de 2012

De dónde vine y hacia dónde van las cosas

Más o menos a los seis anos de edad, mi abuela me enseño que una cajita de hilos de coser se podría convertir en una cartuchera. Nos ponía a mi hermano y a mí sentaditos en su taller de artesana, bajaba una caja enorme, llena de retazos, una bolsa polvorienta de papeles coloridos, tachitas para los tiradores, pegamento, obviamente, y todo su entusiasmo y ganas de que nos mantuviéramos ocupados y tranquilos...yo llevaba mi cartuchera orgullosamente hecha por mí al colegio privado donde iba en este momento y los niños la miraban asombrados e interesados, mientras llevaban sus lápices y gomas de borrar de Mickey Mouse en estuches importados que, sí, yo quería tener. Pero entre el estuche común que mi familia me compraba, y este hand-made mal hecho y torcido por los movimientos de la mochila, me quedaba con este...total, cuando me aburriera o se hiciera pelota, me haría otro!
Están a punto de transformarnos
en unos vasos muy cancheros, che!
Abuela artesana, mamá, una genia en las plásticas, papá músico...hija cartonera! Pero ahora que lo pienso, lo mío no era es acumular basura para quizás, un día, darles uso...más bien prefiero hacer que los objetos circulen, y si no los uso, los regalo, reciclo o tiro. Lo mío es el amor a primera vista. Es esa magia de encontrarles otras bellezas y otras potencialidades a los objetos, o partes de. El alívio de impedir que esa masa ocupe aún más lugar en los basurales. La satisfacción de, por un momentico, verse no-esclavo del capitalismo que te soluciona el problema en una tienda. Y el contradictorio placer de acordarse que el ingenio y la capacidad humana son tan grandes que hasta podríamos ser más libres, si quisiéramos. 

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